Con la acuñación de esta moneda, la “LNDR” tomó las armas
Probablemente fue la llamada “Rebelión Cristera”, el principal conflicto político de Plutarco Elías Calles como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, y decimos probablemente, porque también se enfrentó a otra crisis: la lucha por la sucesión presidencial cuando Álvaro Obregón hizo públicas sus intenciones de volverse a sentar en la silla presidencial. Fue un gobernante de carácter; fundador del Banco de México, por cierto.
Pero hablemos de nuestro tema: los cristeros. Su origen: la ruptura entre el Estado mexicano y la Iglesia Católica. El país atravesaba por tiempos difíciles económica y políticamente hablando. Muchas circunstancias llevaron a una situación muy tensa. El Artículo 130 de la Constitución de 1917 empezó el conflicto: el desconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia, la tipificación del sacerdocio como una actividad profesional con las obligaciones fiscales de cualquier profesionista, la limitación de sacerdotes según las necesidades de cada entidad y el requisito de que los sacerdotes debían ser mexicanos, entre otros preceptos. Calles aplicó como Presidente de la República el plan antirreligioso que había iniciado como gobernador provisional de Sonora.
A principios de 1925, se pretendía crear en México una Iglesia separada del Papa, para lo cual, se le encomendó al sacerdote José Joaquín Pérez encabezar este proyecto desde un templo de la Ciudad de México que fue tomado por la fuerza. “Los católicos veían con gran temor el advenimiento de Calles al poder, ya que proyectaba la creación de una iglesia ‘Mexicana Independiente’, como lo declaró el viejo sacerdote Joaquín Pérez el 21 de febrero de 1925 en el antiguo Templo de la Soledad, edificado en 1534”. 1
Mientras tanto, en Tabasco, el Gobernador Tomás Garrido Canabal, radicalmente absolutista y anticlerical, decretaba medidas a través de la legislatura que exigían al presbítero tener más de 40 años de edad y ser casado, para poder ejercer el culto católico.
Ante tal situación, las juventudes católicas se agruparon y formaron la “LNDR” (Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa).
Los conflictos entre la Iglesia Católica y el Estado, se fueron agudizando, a tal grado que se ordenó la limitación de sacerdotes en funciones a uno por cada seis mil habitantes; debían ser “autorizados” y observar todas las reformas que se hicieron al Código Penal con estrictas penas a quienes incurrieran en alguna falta. A estos decretos, pronto se les llamó: la “Ley Calles”. “La crisis para la Iglesia se agudizó cuando El Universal publicó declaraciones tergiversadas del arzobispo José Mora y del Río, criticando varios artículos constitucionales”. 2
En su observancia, se clausuraron templos, conventos, capillas y se expulsaron del país a los sacerdotes extranjeros.
Las autoridades eclesiásticas no encontraron otra opción, que recurrir a la suspensión del culto, opción que sometieron a aprobación del Vaticano. Mientras esto sucedía, las autoridades eclesiásticas en México simpatizaban cada vez más con las intenciones de la “LNDR” de boicotear al gobierno.
El 31 de julio de 1926, al entrar en vigor en el Código Penal los decretos y sanciones dictadas por Plutarco Elías Calles en su controvertida ley, el episcopado mexicano contó con la aprobación de Vaticano y poco después el culto fue suspendido. La liga inició también el boicot, promoviendo la abstención de pago de impuestos, compra de combustibles y el consumo de todo lo que fuera comercializado por el gobierno. Las consecuencias económicas no se hicieron esperar, ni la drástica reacción de las autoridades que ordenaron el arresto de todos los involucrados en el boicot. Ante tales medidas, la “LNDR” tomó las armas y se acuñó con carácter de provisional, la moneda de 20 centavos que nos ocupa en esta ocasión.
En enero de 1927 estalló el levantamiento en Jalisco y pronto se expandió en otros estados del país.
La “Rebelión Cristera” o la “Cristiada”, como también se le conoce, empezó ese 1927 con el propósito principal de defender la religión católica, que consideraban amenazada por el Estado, la libertad de culto. Causó muchas muertes con un ¡Viva Cristo Rey! como último aliento. Las fuerzas eran desiguales, pues muy pocos cristeros tenían experiencia con las armas.
En 1928 tuvo que intervenir Álvaro Obregón y la Embajada de los Estados Unidos como mediadores de las partes. Los arreglos, por llamarles de alguna manera, quedaron acordados al terminar la primera mitad de 1929 cuando ambas partes fueron cediendo muchas de sus exigencias a favor de la paz y para evitar más derramamiento de sangre. Cabe aclarar que el tema no quedó olvidado, pues se prolongó por varios años más a través de diferentes acontecimientos.
Las monedas Cristeras fueron provisionales, ya lo dijimos, una promesa de pago y poco prácticas.
Esta moneda, temprana, quizá circuló principalmente en el estado de Jalisco; es de bronce, pesa sólo 1.98 gramos y mide 19 milímetros. Está fechada en 1926. Si la observamos bien, se podrá descubrir que en la parte superior tiene un pequeño borde de alguna soldadura: seguramente llevaba una colgadera que le fue cortada.
La descripción de esta pieza, es la siguiente:
Anverso.- Al centro está el águila, símbolo del Escudo Nacional mexicano, volteando a la derecha, está postrada sobre un islote, abajo las ramas de laurel y encino y cuatro puntos; arriba y en semicírculo, 9 estrellas.
Reverso.- El número “20” al centro y sobre él, el sol resplandeciente, abajo, la fecha “1926” y en semicírculos las ramas de laurel y encino.
Probablemente fue la llamada “Rebelión Cristera”, el principal conflicto político de Plutarco Elías Calles como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, y decimos probablemente, porque también se enfrentó a otra crisis: la lucha por la sucesión presidencial cuando Álvaro Obregón hizo públicas sus intenciones de volverse a sentar en la silla presidencial. Fue un gobernante de carácter; fundador del Banco de México, por cierto.
Pero hablemos de nuestro tema: los cristeros. Su origen: la ruptura entre el Estado mexicano y la Iglesia Católica. El país atravesaba por tiempos difíciles económica y políticamente hablando. Muchas circunstancias llevaron a una situación muy tensa. El Artículo 130 de la Constitución de 1917 empezó el conflicto: el desconocimiento de la personalidad jurídica de la Iglesia, la tipificación del sacerdocio como una actividad profesional con las obligaciones fiscales de cualquier profesionista, la limitación de sacerdotes según las necesidades de cada entidad y el requisito de que los sacerdotes debían ser mexicanos, entre otros preceptos. Calles aplicó como Presidente de la República el plan antirreligioso que había iniciado como gobernador provisional de Sonora.
A principios de 1925, se pretendía crear en México una Iglesia separada del Papa, para lo cual, se le encomendó al sacerdote José Joaquín Pérez encabezar este proyecto desde un templo de la Ciudad de México que fue tomado por la fuerza. “Los católicos veían con gran temor el advenimiento de Calles al poder, ya que proyectaba la creación de una iglesia ‘Mexicana Independiente’, como lo declaró el viejo sacerdote Joaquín Pérez el 21 de febrero de 1925 en el antiguo Templo de la Soledad, edificado en 1534”. 1
Mientras tanto, en Tabasco, el Gobernador Tomás Garrido Canabal, radicalmente absolutista y anticlerical, decretaba medidas a través de la legislatura que exigían al presbítero tener más de 40 años de edad y ser casado, para poder ejercer el culto católico.
Ante tal situación, las juventudes católicas se agruparon y formaron la “LNDR” (Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa).
Los conflictos entre la Iglesia Católica y el Estado, se fueron agudizando, a tal grado que se ordenó la limitación de sacerdotes en funciones a uno por cada seis mil habitantes; debían ser “autorizados” y observar todas las reformas que se hicieron al Código Penal con estrictas penas a quienes incurrieran en alguna falta. A estos decretos, pronto se les llamó: la “Ley Calles”. “La crisis para la Iglesia se agudizó cuando El Universal publicó declaraciones tergiversadas del arzobispo José Mora y del Río, criticando varios artículos constitucionales”. 2
En su observancia, se clausuraron templos, conventos, capillas y se expulsaron del país a los sacerdotes extranjeros.
Las autoridades eclesiásticas no encontraron otra opción, que recurrir a la suspensión del culto, opción que sometieron a aprobación del Vaticano. Mientras esto sucedía, las autoridades eclesiásticas en México simpatizaban cada vez más con las intenciones de la “LNDR” de boicotear al gobierno.
El 31 de julio de 1926, al entrar en vigor en el Código Penal los decretos y sanciones dictadas por Plutarco Elías Calles en su controvertida ley, el episcopado mexicano contó con la aprobación de Vaticano y poco después el culto fue suspendido. La liga inició también el boicot, promoviendo la abstención de pago de impuestos, compra de combustibles y el consumo de todo lo que fuera comercializado por el gobierno. Las consecuencias económicas no se hicieron esperar, ni la drástica reacción de las autoridades que ordenaron el arresto de todos los involucrados en el boicot. Ante tales medidas, la “LNDR” tomó las armas y se acuñó con carácter de provisional, la moneda de 20 centavos que nos ocupa en esta ocasión.
En enero de 1927 estalló el levantamiento en Jalisco y pronto se expandió en otros estados del país.
La “Rebelión Cristera” o la “Cristiada”, como también se le conoce, empezó ese 1927 con el propósito principal de defender la religión católica, que consideraban amenazada por el Estado, la libertad de culto. Causó muchas muertes con un ¡Viva Cristo Rey! como último aliento. Las fuerzas eran desiguales, pues muy pocos cristeros tenían experiencia con las armas.
En 1928 tuvo que intervenir Álvaro Obregón y la Embajada de los Estados Unidos como mediadores de las partes. Los arreglos, por llamarles de alguna manera, quedaron acordados al terminar la primera mitad de 1929 cuando ambas partes fueron cediendo muchas de sus exigencias a favor de la paz y para evitar más derramamiento de sangre. Cabe aclarar que el tema no quedó olvidado, pues se prolongó por varios años más a través de diferentes acontecimientos.
Las monedas Cristeras fueron provisionales, ya lo dijimos, una promesa de pago y poco prácticas.
Esta moneda, temprana, quizá circuló principalmente en el estado de Jalisco; es de bronce, pesa sólo 1.98 gramos y mide 19 milímetros. Está fechada en 1926. Si la observamos bien, se podrá descubrir que en la parte superior tiene un pequeño borde de alguna soldadura: seguramente llevaba una colgadera que le fue cortada.
La descripción de esta pieza, es la siguiente:
Anverso.- Al centro está el águila, símbolo del Escudo Nacional mexicano, volteando a la derecha, está postrada sobre un islote, abajo las ramas de laurel y encino y cuatro puntos; arriba y en semicírculo, 9 estrellas.
Reverso.- El número “20” al centro y sobre él, el sol resplandeciente, abajo, la fecha “1926” y en semicírculos las ramas de laurel y encino.
Fuentes:
1. “El Boletín Numismático No. 204”, Sociedad Numismática de México, A.C., Anna María Cross de Torres, 2004. Pág. 11
2. “El Buen Camino”, Villa Roiz, México, 2009. Pág. 502
Cristeros
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Miguel Angel Villa Roiz