Su nombre procede del latín “Eligius” / “Eligio”, que significa “el elegido, el preferido”
El Santoral de la Iglesia Católica festeja cada 1° de diciembre a San Eloy, también conocido como San Eligio, protector de los orfebres, herreros, plateros, joyeros y de los… ¡Numismáticos! o por lo menos de eso estamos seguros muchos coleccionistas y asociaciones, como la Sociedad Numismática Avilesina, de España, que ha subido la propuesta a diferentes autoridades eclesiásticas para que sea declarado oficialmente como Santo de los Numismáticos.
El Santoral de la Iglesia Católica festeja cada 1° de diciembre a San Eloy, también conocido como San Eligio, protector de los orfebres, herreros, plateros, joyeros y de los… ¡Numismáticos! o por lo menos de eso estamos seguros muchos coleccionistas y asociaciones, como la Sociedad Numismática Avilesina, de España, que ha subido la propuesta a diferentes autoridades eclesiásticas para que sea declarado oficialmente como Santo de los Numismáticos.
San Eloy nació en Chatelac, cerca de Limoges, Francia, alrededor del año 588. Desde muy pequeño mostró sus habilidades para trabajar como herrador, así que su padre consiguió que aprendiera las artes de la orfebrería al lado de Abon, el artesano encargado de la fabricación de monedas en su pueblo natal.
Poco después se trasladó a Paris, donde hizo amistad con el tesorero del rey; su más célebre anécdota cuenta que fabricó dos tronos para el soberano, con los metales y joyas destinados para uno solo 1; el rey quedó muy complacido, pero sobre todo asombrado con su rectitud y honradez, así que Clotario II, lo nombró Jefe de la Casa de Moneda. San Eloy sin duda alguna dominaba las técnicas de aleación de metales, gracias a las cuales pudo sorprender de esta manera al rey al lograr aumentar la cantidad y la resistencia de los mismos para fabricar dos tronos en lugar de uno.
Cuando Dagoberto I subió al trono, fabricó numerosos relicarios, sagrarios, cálices… Los restos de muchos santos fueron depositados en obras fabricadas por San Eloy. El rey le tenía tanta confianza, que lo nombró también su consejero y embajador en Bretaña, además de continuar como responsable de la acuñación de moneda; quizá hasta coleccionó algunas de ellas.
Respecto a las monedas acuñadas por San Eloy como responsable de la Casa de Moneda de Paris, Carlos Abel Amaya nos dice: “Se conocen trece variedades de monedas de oro con sus iniciales acuñadas en Paris, todas tienen el busto del rey en el anverso y una cruz en el reverso”. 2
San Eloy destacó siempre y de manera excepcional, por su preocupación y generosidad con los necesitados. Todo lo que ganaba lo repartía entre ellos. Encaminó también su apostolado al rescate de cautivos.
Tuvo vocación religiosa y se ordenó como Sacerdote. Fundó monasterios e iglesias. “En el año 639 fue ordenado presbítero, y en 641 fue nombrado obispo de Noyon”. 3
Es recordado de manera especial por sus sermones. Participó en el año 644 en el Concilio de Chalons-sur-Seine.
Murió el 1° de diciembre del año 660, habiéndose ganado todo el respeto y admiración de quienes lo conocieron.
Si también es, entonces, San Eloy el Santo Patrono de los Numismáticos, la invitación sería imitar su humildad, su generosidad, su preocupación por los necesitados; para como él, tratar de alcanzar la santidad a través de lo que tanto nos gusta: las monedas.
El Dr. Carlos Abel Amaya Guerra, muy amablemente, me permite reproducir esta Oración que publicó en su libro “La Biblia a través de sus Monedas”, edición impresa para la Sociedad Numismática de Monterrey, A.C., en 2006:
ORACIÓN DEL NUMISMÁTICO
Señor Dios, tú que creaste todas las cosas para nuestro provecho
y alentaste a Noé para que fuera el primer coleccionista
ayudándote así a salvar y glorificar parte de tu creación;
haz de nuestra colección numismática un instrumento
para preservar y admirar el trabajo del hombre,
la inspiración del artista y la belleza de los materiales que creaste.
Danos la sabiduría y la paciencia para compartir lo poco que sabemos,
la sensibilidad del buen samaritano para ayudar al que lo necesite
y la sagacidad del administrador para invertir en el tesoro verdadero.
Ayúdanos a vencer nuestra avaricia con la generosidad de la viuda pobre
para entregar hasta nuestras dos últimas monedas; y así, libres,
esforzarnos en encontrar la dracma de tu voluntad.
No permitas que te traicionemos por algunas monedas, antes bien, haz;
que al igual que tu siervo San Eligio, dupliquemos los talentos
que nos distes para gozosos recibir el denario de tu justicia.
Preserva nuestra colección para las futuras generaciones;
al igual que nuestra alma, cúbrela con la patina de tu protección
y enséñanos el camino al lugar donde ni el ladrón llega ni el moho corroe.
Amén.
Fuentes:
1. “Los Diccionarios del Arte. Santos”, Rosa Giorgi, Electa, Barcelona, 2008. Pág. 114
2. “La Biblia a través de sus Monedas”, Guía sobre la Numismática Bíblica, Sociedad Numismática de Monterrey, 2006. Pág. 226
3. “Diccionario Ilustrado de los Santos”, Schauber – Schindler, Grijalbo, Barcelona, 2001. Pág. 184
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